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 Diario
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Brazo Machete del Nahuel Huapi De Cerro Bayo al Bosque de Arrayanes |
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| BRAZO
MACHETE DEL NAHUEL HUAPI
UN CIRCUITO PARA DESCUBRIR PEDAL A PEDAL Por Gustavo Lachica |
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Por estas latitudes el verano ofrece jornadas interminables. Ideales para disfrutar desde el primer despunte solar -momento vibrante en que se desprenden aromas genuinos y colores refulgentes- hasta el apacible y sereno crepuscular de la tarde, que va reflejando en el Nahuel una desdibujada y borrosa Cordillera. En Inalco amaneció bien celeste y despejado, sin viento. Dentro de la enorme cabaña de piedra y madera es fácil saber que los muchachos ya andan inquietos, resonando pisadas por la crujiente escalera, orientados por el noble llamado del estómago. Breakfast is ready. En el inmenso hogar que domina la sala sobrevive aquel noble tizón de ñire, matizando su ahumada fragancia con las tostadas, el mate cocido y el dulce de frambuesa. Mientras algunos, con mirada hipnótica, observan por los ventanales la cambiante tonalidad del Nahuel Huapi a esa hora, dos o tres estudian con gesto sesudo la indecifrable cartografía del itinerario que depara la jornada, y otros tantos van recauchutando la maltratada anatomía con pomadas, ungüentos y rodilleras. En ese momento, Pedro y Miguel, nuestros guías, se asoman por la puerta. Es hora de tomar las bicis y darle al pedal. Luego del precalentamiento de rigor, cargamos la vianda en la mochila y partimos por el camino interno de Inalco hasta salir a la ruta. A los 2,5 kms. cruzamos el breve pero caudaloso río Correntoso por el panorámico puente que permite observar, a un lado, el lago Correntoso, y al otro, la desembocadura de aquel río sobre el lago Nahuel Huapi, famoso santuario de fanáticos mosqueros que acuden temprano al solemne ritual de sus capturas. Mas adelante dejamos la ruta para meternos por un camino vecinal, que a poco de descontar un par de kilómetros nos conduce por el costado de la laguna Selva Triste, espléndida reserva de flora y fauna, bien mantenida, cuidada y custodiada, con sus senderos interpretativos y referencias actualizadas. Dejando atrás este atractivo llegamos al Puerto de Villa la Angostura, final de esta breve primera etapa, desde donde embarcamos con las bicis en el Sureño. En este hermoso crucero de 8 mts. de eslora y dos motores de 200 HP, nos espera nuestro amigo Luis Pedemonti, quien tripulando su embarcación nos conduce por las aguas del gran lago. Tomamos rumbo hacia el sur avistando Bahía Craft, Bahía Bustillo y Puerto Manzano. Mientras rodeamos la Península de Quetrihué, y enfrentado a la Isla Victoria, reconocemos el visitado Puerto Arrayanes, acceso lacustre del famosísimo bosque. Luego dirigimos nuestro rumbo hacia el noroeste hasta la entrada del Brazo Machete. El día es espectacular, así que realmente disfrutamos la navegación, ya que la posibilidad de ver el paisaje dentro de este inmenso lago es subyugante. Luego de introducirnos en una pequeña bahía, de un profundo verde esmeralda, desembarcamos. En ese momento, todos participamos de una misma e intensa sensación de respeto, producto de la mezcla de un vago temor urbano frente a la soledad de una senda que se pierde en la cerrazón del bosque, y por sentirnos rodeados, abrumados quizás, por la sublime manifestación que la naturaleza nos expresa con la máxima pureza de sus sonidos, aromas y colores. En ese momento, también valoramos cabalmente la presencia de Pedro y Miguel, conduciendo nuestro grupo con la solvencia de quien está mostrando su casa y transmitiendo seguridad con responsabilidad y criterio. Con esa ansiosa y alegre disposición, comenzamos a disfrutar las delicias de un sendero mágico, cautivante y alucinante, que nos permite ver las aguas del lago a nuestra derecha, mientras avanzamos hacia el oeste, contorneando la costa del Brazo Machete en un derrotero ondulante y surcado de arroyos. Al poco tiempo de avanzar con cierta dificultad, el bosque sede abruptamente ante una bellísima pradera que bordea la desembocadura del río Machete, hogar de la numerosa fauna avícola que puebla el área que tenemos el privilegio de visitar. Al rato llegamos a un punto que plantea dos alternativas; elegimos poner rumbo al sudoeste en busca del, afortunadamente, poco frecuentado Lago Gallardo. La senda recorre un área con las características de un bosque más húmedo, saturado de líquenes babeantes y grises, y alfombrado de frágiles helechos, hasta desembocar en una breve playa sobre el lago mencionado. El lugar es magnífico, el agua es tentadora y la hora nos invita a descansar, contemplar, refrescarnos un rato y comer. Pero la fauna del lugar no siempre es amigable, por cuanto una nutrida y desembuelta población de tábanos nos sugiere abandonar nuestro paraiso y continuar pedaleando nuestro camino. Regresando por el mismo tramo hasta encontrar la anterior disyuntiva, ahora se ingresa por un sendero orientado hacia el NO, al mismo tiempo que se advierte la proximidad del rumoroso río Machete, a cuyo encuentro nos dirigimos para cruzar en un emocionante vadeo. El calor es sofocante, así que de buen grado nos metemos con el agua por las rodillas y las bicis en alto.
Sorteada esta dificultad transitamos una senda arenosa, a veces errática, que discurre por un ñirantal ralo (antiguo cauce y delta del río). Más adelante, el bosque de coihues pasa a ser el escenario predominante y vemos que el itinerario presenta alternativas. Descartamos primero la senda que conduce hacia el norte donde, según nuestros guías, la trepada es muy dura. Más tarde, tomamos rumbo sur, dirigiéndonos hacia puerto Chucao, para ir cerrando la bahía que baña el brazo Machete. |
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| DE
CERRO BAYO AL BOSQUE DE ARRAYANES UNA JORNADA DE MULTIPLES ESCENARIOS Por Gustavo Lachica |
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Amanecer en el Cerro Bayo, dominando uno de los escenarios lacustres más alucinantes de Villa la Angostura es una experiencia conmovedora e inolvidable. Desde nuestra posición en el refugio Deck 18, a 1.500 metros sobre el nivel del mar, nos asomamos al filo del cerro para observar el inmenso mapa natural y dinámico que se despliega a nuestros pies: el Nahuel Huapi, el Correntoso, la Cordillera de los Andes con el emblemático Tronador, la Isla Victoria y la Península de Quetrihué, último destino de la jornada que describimos.
Una vez desembarcados en Puerto Arrayanes, dedicamos una media hora en recorrer el famoso bosque que nunca deja de deslumbrar a propios y extraños con su mágico encanto. |
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